lunes, 10 de febrero de 2014

CAPITULO 3 - Cortando pizza con un destornillador.

Como bien dijimos en el capítulo anterior, Six Sigma no es una herramienta que se pueda utilizar para cualquier cosa. Tampoco es como el aloe vera, que sirve para todo.
Es como las herramientas de nuestro taller. Cada una tiene un uso específico.
Por ejemplo, piensen en un destornillador. Es útil para ajustar tornillos pero no sirve para cortar una pizza en porciones, para eso se usa un cuchillo.
Lo que acabo de escribir es claro hasta para un niño, no obstante, suele no ser muy claro para los gerentes empecinados.
Cuando han aplicado la metodología Six Sigma con éxito en un caso apropiado, y les ha redituado beneficios económicos, entonces automáticamente piensan que pueden usarlo para cualquier cosa.
¿El inodoro del baño de caballeros se tapó? Hagamos un proyecto Six Sigma.
¿El cadete perdió la lapicera? Apliquemos Six Sigma para que no se repita.
Y allí es cuando empiezan a exigirle el uso de Six Sigma para todo, a todos sus empleados, generando, errores, atrasos y desprolijidades que los llevarán a perder, en breve, lo que ganaron con el proyecto original.
Y así se avanza hacia el precipicio, cortando pizza con un destornillador.


lunes, 3 de febrero de 2014

CAPITULO 2 - Admitiendo la incompetencia

Si hay algo que aprecio de los inventores del Six Sigma es su brutal honestidad intelectual.
Ante todo te avisan (y el que avisa no es traidor) de que esta no es una herramienta para utilizar en cualquier ocasión.
Para que se justifique implementar un proyecto Six Sigma se deben cumplir ciertas condiciones de contorno, a saber:

1- Si la solución es clara y fácil de implementar no es un proyecto Six Sigma. Por ejemplo, el generador no funciona porque se quedó sin gasoil. Cárguele gasoil, póngalo en marcha nuevamente y listo.

2- Si la solución es clara pero no es fácil de implementar, tampoco es un proyecto Six Sigma. Por ejemplo, el caso anterior, pero no se consigue gasoil en el país. Bueno, tendrá que importar gasoil, es difícil, verdad, pero tiene solución.

3- La solución no es clara ni fácil de implementar, esto si es un proyecto Six Sigma. Por ejemplo, el generador no arranca, no hay Cristo que lo pueda hacer andar y nadie tiene la menor idea de porqué.

Por definición, entonces, un proyecto Six Sigma se aplica cuando hay un problema cuya solución no es fácil, no está clara, ni es conocida ni entendida por nadie.

Dicho esto, si usted le plantea a la dirección de su empresa que va a implementar proyectos Six Sigma para mejorar los resultados, les está blanqueando, de modo indirecto pero lisa y llanamente, que es usted un incompetente al que le llueven los problemas y no tiene la menor idea de como gestionar los recursos de que dispone para solucionarlos.

¿Es un poco fuerte, no?

Sin embargo, hay tipos tan hábiles que son capaces de colocarse el bonete de burro en la cabeza y convencer a los accionistas de que, no sólo no los despidan, sino que además necesitan invertir miles de dólares en una herramienta de gestión que hará que los demás trabajen para resolver los problemas que ellos no pueden.
Esto es: ¡implementemos Six Sigma ya y dominaremos el mundo!